Blogia
MEMORIAS DE UN SINGLE

If it makes you happy

Cuando sonaban las campanadas que separaban el ya extinto 2010 de nuestro recién nacido año nuevo, me encontraba buscando una sábana, una funda de almohada y una manta para darle a un cliente del hotel donde trabajo.  No es casualidad que despidiese así un año, sin ningún glamour, sin ninguna fiesta, simplemente trabajando.

Y es que, más allá del hecho anecdótico de que me tocase trabajar en la nochevieja del año pasado, si algo ha definido al 2010 en mi vida ha sido el trabajo, constante, rutinario, permanente y pertinaz como la sequía en la España del caudillo.

Trabajo en el hotel, viejo conocido, adormecedor de mis neuronas, tranquilizadora rutina de mis obsesiones.  Y trabajo en los estudios, un año que empezó intentando remontar un desastroso inicio del segundo curso y que acaba con 14 asignaturas aprobadas y con medio pie en cuarto, el año en el que, teóricamente y según los planes que fijé hace tres veranos, iré a Madrid a terminar la carrera allí y hacer mis prácticas de periodista.

Sí, 2010 ha sido el año en el que he aprendido a ser constante, cual gota de agua, consiguiendo pasito a pasito doblegar las asignaturas de mi carrera y mi voluntad.  No sólo eso, el año en el que mejor me he organizado mis horarios nocturnos, mi alimentación y mi economía (a pesar de que aun así hay que seguir mejorando).

Es como la canción de Sheryl Crow if it makes you happy, why are you so sad? No es que esté triste, es que no estoy feliz.  Supongo que me he acostumbrado a vivir así, sin grandes planes ni proyectos (más allá de sacar adelante mi carrera, que no está mal).   Sin hacerme grandes ilusiones ni expectativas.  Llegar a fin de mes, cumplir las tareas, llegar a tiempo al plazo de entrega de las prácticas, conseguir pasar de curso…y entonces ¿qué? Nada.  Cuando alguno de mis amigos o algún conocido me pregunta por mi vida, por la semana, siento que no tengo nada que contar, que aunque no he parado de hacer cosas, aparentemente muy bien, no estoy satisfecho, que no he hecho nada en realidad porque mi vida está vacía, aunque no pare de hacer cosas…

 Supongo que no se puede ser peón y reina al mismo tiempo, me digo.  Habrá tiempo para la fantasía, para la creatividad, para la frescura, para la luz, más adelante, cuando consiga superar el siguiente cuatrimestre, cuando cumpla el siguiente objetivo, cuando me tome el siguiente café, cuando me vaya a Madrid, cuando termine esta noche de cuatro años.

Pero una duda me atormenta, y no estoy seguro de querer resolverla aún:

 ¿Realmente quiero que se acabe la noche?

0 comentarios