Blogia
MEMORIAS DE UN SINGLE

Sólos en la madrugada

Hoy, contrariamente a “mi libro de estilo personal”, no voy a gastar tiempo en corregir esto.  Que salga como tenga que salir.  Me apetecía escribir, y punto. Y bueno, a veces me atenaza el tema de tener algo interesante que contar.  Pero la vida en sí, es interesante, lo que ocurre es que metidos en la vorágine y en la rutina nos vamos embruteciendo (hablo por mí), y todo nos parece igual, una porquería, algo intrascendente.

Pero aquí me tienes (perdona que te tutee, pero si estás leyendo esto, que es poco menos que mi intimidad, que menos). Son las cuatro y veintitrés de la mañana, y yo, dándole a la tecla. 

Aparte de que no tengo sueño, (cosa bastante comprensible dados mis horarios nocturnos), es que todas las noches busco algo, un cuento, una promesa, una ilusión que me duerma o (en el peor de los casos), que me anestesie.

Porque sí, porque estoy sólo, y al mismo tiempo, encantado de estarlo.  Hay momentos en los que pienso que la soledad me va a cambiar, que ya me está cambiando… ¿Para bien o para mal? ¿Me estoy volviendo más frío y distante, o por el contrario estoy más receptivo y sociable que nunca?  Ay, amigos, esto depende del día y del estado de animo de quien subscribe.

Lo que sí me siento es más tranquilo, más sereno.  Hay paz a mi alrededor, un cierto control que nunca había experimentado de tal manera.  Hoy veo las cosas que otrora me hubieran desquiciado o deprimido y soy capaz de sonreír, de sentirlas de otra manera, de tomarme una copa con mi desaliento, en definitiva.

En los últimos meses, y sin que lo sepa nadie ¿y quién lo iba a saber? He tomado decisiones importantes, decisiones duras en cierta medida.  Para ser justos, no es que la decisión la haya tomado yo, es sólo que he adoptado una posición y me he mantenido firme en ella, a pesar de que lo que ocurriese no fuese lo que más me gustaría.

Me explico. Mi inglesita, mi incomparable dama esquiva (no sé para que me esfuerzo en ocultarla, ¿qué posibilidades de que lea esto, de que alguien sepa quién es ella? ¿una entre cien mil millones?), no me volvió a escribir, ni me ha llamado para quedar, ni un mensaje para ver como estoy.  ¿Esperaba otra cosa? Sí, esperaba más.  Mi “problema” es que espero mucho.  Pero no creo que demasiado.  Sólo lo que creo que es justo, lo que creo que es mío.  Soy un príncipe esperando por un reino, y puede que este príncipe muera soltero, sólo y mendigo, pero no va a morir con un simulacro o un sucedáneo de reino.  No gracias, sé lo que quiero.  Aunque no pueda conseguirlo, sé lo que quiero.  Y voy a por ello.  

Todo esto va de que yo podía (y hasta cierto punto me contuve las ganas) haberla llamado, haber quedado con ella, y seguro que hubiéramos quedado (sé que le caigo bien, que podríamos haber desarrollado una especie de amistad).  Vale.  Pero no lo quiero.  Así no me vale.  Yo ya la busqué, le di mi afecto, mi amistad sincera (y hubiera aceptado una amistad sincera, sin más), le enseñé quien era e intenté complacerla hasta donde pude.  Pero más no.  Hubiera seguido si ella hubiera respondido, aunque hubiera sido un poquito.  Yo sé hasta donde quiero, hasta donde merece la pena adentrarse en el mar.  Ella no me tendió ningún flotador, y yo no voy, ni hoy ni mañana ni nunca, a ahogarme por nadie.  No merece la pena. Sobre todo por alguien que no me quiere.  

Ay, si estuviera aquí Teo, me diría: “repite eso otra vez”:

ELLA NO ME QUIERE

Como dice Serrat, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

Bueno, la otra historia es un poco más fácil.  Pero sólo un poco.  Aquí la historia es un poquito al revés: alguien me quiere a mi, y yo, que sé que no la quiero, le digo que no.  Pero sigue insistiendo, ya ah.  Jeje. Quien sabe de océanos en soledad, sabe de noches en las que uno vendería su alma, lo poco que tiene, por un cuerpo que acariciar en la tibia soledad de la cama.  No es realista, no es bueno, pero es humano.  A veces hasta yo me siento sólo. Sí Teo, vale:

A VECES ME SIENTO SÓLO.

¿Contento? Pero no, como te dije antes, no va a ser así.  No me voy a conformar.  Sé el precio que quizá deba pagar por no conformarme.  Pero es un juego a todo o nada, y si es todo, fenomenal, y si es nada, la nada que tengo ahora me llena como nunca. (aunque haya noches jodidas, claro).

Como esta.

PD: no me hagas mucho caso, a ver si escribo más a menudo.

0 comentarios