Blogia

MEMORIAS DE UN SINGLE

EL FINAL DE UNA ÉPOCA II: Reflexiones

A partir de mañana, en mi viaje en autobus a Granada, tendré que decidir si quiero arriesgarme por una quimera, o si deseo seguir confortablemente estancado mientras veo como la gente que quiero evoluciona y me deja atrás.

Porque esa es, me ponga como me ponga, la verdadera cuestión.

Lo demás son excusas, mejores o peores, algunas muy buenas.  Pero excusas.

Lo que me pregunto es si seré capaz de afrontar mi futuro.  Si el pajaro, acostumbrado durante tanto tiempo a vivir en cautividad, tendrá valor para salir de su jaula; de si sus alas tendrán el músculo y la capacidad suficiente de volver a volar.

EL FIN DE UNA ÉPOCA I

Para mis mejores amigos en la facultad hoy ha sido el fin de una época.  Para mí también, pero a diferencia de ellos, yo aun no he empezado ni puesto las bases para que una nueva comience.

Por eso hoy ha sido agridulce, mientras pasaba de examen a examen superando la prueba psicológica de tener tres el mismo día, mientras me hacía la foto de la orla con mis compañeros, mientras  el destino me ofrecía  me ofrecía a modo de buen capítulo final un rato para conversar significativamente con todos los que han sido importantes estos cuatro años, yo sentía que el ambiente de fiesta y celebración de fin de carrera no iba conmigo.

Era una fiesta a la que no había sido invitado, ellos terminaban y se abría una nueva vida, yo seguía, y lo hacía sin ellos, para mi, simplemente terminaba algo, sin que a día de hoy en mi futuro se ofrezca nada nuevo.

Sólo un largo año por delante, 2012, en el que a modo de travesía del desierto, tendré que decidir que hago con mi vida, tendré que liquidar mi carrera, decidir mi futuro en Madrid.

Un año de muchas decisiones, de muchas despedidas y que a día de hoy no presenta ninguna bienvenida.

Estoy tremendamente solo.  Solo ante el futuro, solo ante mi vida. Como siempre.

Siento que todo cambia, que todo se derrumba a mi alrededor, que sólo puedo dar un paso hacia adelante, y que ni siquiera sé si quiero darlo.

ESPERANZA

ESPERANZA

"La esperanza es una plaza inmensa, en la que cabemos todos"

  

Un referente

Si me preguntaran que me gustaría ser, cómo me gustaría que los demás me vieran, diría que quisiera ser una de esas personas sabias cuya presencia es capaz de reconfortarte, contenerte, animarte.  Esas personas que admiras sin sentirte intimidado, que son cercanas sin formalismos, que no te dicen lo que deberías hacer, y que son capaces de devolverte tu mejor reflejo.  Qué escuchan más allá de lo que tu mismo crees estar diciendo.  Esas personas que parecen estar en paz consigo mismas e irradian ese sentimiento.  Y parecen que están tranquilas, en cualquier situación.

No es lo que hacen o lo que dicen sino cómo son, la forma de estar, de vivir sin dejar de ser quienes son, ocupando su plaza en el mundo, sin perderse ni ocupar la de otro.

Así, de principio, suena abstracto; parece un ser casi divino.  Pero yo he conocido más de una persona que me ha hecho sentir así.  Su presencia siempre corta (a veces tan solo minutos) me ha dejado, sin embargo, un imborrable recuerdo.

La razón de que yo quiera ser así es que habré conseguido encontrar mi sitio, no sé si ser feliz ¿se puede aspirar a tanto? pero si habré conseguido algo más allá del éxito material o la popularidad.  Habré conseguido ser para mí mismo y para los demás una de esas personas que admiro y que añoro, sobre todo en los momentos en los que me siento más perdido.

Mi Bálsamo

Me preguntaba porque he estado contra todo pronóstico de tan buen humor esta noche, casi flotando, deslizándome entre los problemas y los detalles que tan a menudo consiguen ponerme de mal humor.

Buscando una respuesta objetiva me he dado cuenta que eres tú, es saber que te voy a ver esta tarde noche, es la promesa de tener tu sonrisa, tus ojos mirándome, tu voz acariciando mis oidos.

Y eso que sé que no te gusto, que nunca seremos pareja, que no es seguro que nos volvamos a ver.

Pero que más da.  Me basta así

ME BASTA ASÍ

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
                                entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
                     Oigo
constelaciones: existes.
                        Creo en ti.
                                    Eres.
                                          Me basta).

(Ángel González)

Me haces feliz con tu sola presencia.

Eres mi mejor, mi más eficaz bálsamo.

If it makes you happy

Cuando sonaban las campanadas que separaban el ya extinto 2010 de nuestro recién nacido año nuevo, me encontraba buscando una sábana, una funda de almohada y una manta para darle a un cliente del hotel donde trabajo.  No es casualidad que despidiese así un año, sin ningún glamour, sin ninguna fiesta, simplemente trabajando.

Y es que, más allá del hecho anecdótico de que me tocase trabajar en la nochevieja del año pasado, si algo ha definido al 2010 en mi vida ha sido el trabajo, constante, rutinario, permanente y pertinaz como la sequía en la España del caudillo.

Trabajo en el hotel, viejo conocido, adormecedor de mis neuronas, tranquilizadora rutina de mis obsesiones.  Y trabajo en los estudios, un año que empezó intentando remontar un desastroso inicio del segundo curso y que acaba con 14 asignaturas aprobadas y con medio pie en cuarto, el año en el que, teóricamente y según los planes que fijé hace tres veranos, iré a Madrid a terminar la carrera allí y hacer mis prácticas de periodista.

Sí, 2010 ha sido el año en el que he aprendido a ser constante, cual gota de agua, consiguiendo pasito a pasito doblegar las asignaturas de mi carrera y mi voluntad.  No sólo eso, el año en el que mejor me he organizado mis horarios nocturnos, mi alimentación y mi economía (a pesar de que aun así hay que seguir mejorando).

Es como la canción de Sheryl Crow if it makes you happy, why are you so sad? No es que esté triste, es que no estoy feliz.  Supongo que me he acostumbrado a vivir así, sin grandes planes ni proyectos (más allá de sacar adelante mi carrera, que no está mal).   Sin hacerme grandes ilusiones ni expectativas.  Llegar a fin de mes, cumplir las tareas, llegar a tiempo al plazo de entrega de las prácticas, conseguir pasar de curso…y entonces ¿qué? Nada.  Cuando alguno de mis amigos o algún conocido me pregunta por mi vida, por la semana, siento que no tengo nada que contar, que aunque no he parado de hacer cosas, aparentemente muy bien, no estoy satisfecho, que no he hecho nada en realidad porque mi vida está vacía, aunque no pare de hacer cosas…

 Supongo que no se puede ser peón y reina al mismo tiempo, me digo.  Habrá tiempo para la fantasía, para la creatividad, para la frescura, para la luz, más adelante, cuando consiga superar el siguiente cuatrimestre, cuando cumpla el siguiente objetivo, cuando me tome el siguiente café, cuando me vaya a Madrid, cuando termine esta noche de cuatro años.

Pero una duda me atormenta, y no estoy seguro de querer resolverla aún:

 ¿Realmente quiero que se acabe la noche?

La nube

"Qué los árboles no te impidan ver el bosque" esta frase, creo que de Tagore, me la repito a menudo.  También a menudo la olvido, o creo olvidarla.  La esperanza es ese remanso que al final, como un poso, te saca cual séptimo de caballería en una vieja película del oeste, de morir ahogado por tu propio miedo, por tu ceguera, por la sinrazón que amenaza desde sìempre la historia de los hombres.

Un día moriré.  Como tú, como todos.  Un día dejaré esta tierra y nada de lo que haga o deje de hacer ahora podrá evitarlo.  Sin embargo, hasta que llegue ese día, vivir es una actividad improrrogable.  Respirar, dormir, alimentarse (y no sólo de comida) es algo que hacemos en medio de esa nube que nos envuelve y que esperamos algún día poder superar, poder atravesar y ver la vida de verdad que nos está esperando, que aguarda pacientemente a que pase la mala racha.

Cómo dijo John Lennon "la vida es lo que te pasa mientras tú tienes otros planes"

Sucede que crecer no es fácil ni gratuito.  Produce dolor, produce miedo.  Muchos eligen permanecer en el seno materno, dejar que otros elijan por ellos.  No afrontar la incertidumbre y la fragilidad que implica no tener todas las respuestas.

Pero yo no soy de los que eligen eso. No sé porque, ni cuando, ni cómo, pero yo elegí vivir.  Elegí seguir adelante, con todo lo que eso implica.  Elegí seguir a pesar de no tener todas las respuestas, a veces sin tener ni una siquiera.  Elegí seguir improvisando, poniendo cara de poker, enfrentándome a mis miedos, a la indecisión, a la realidad si es necesario.

No sé si la nube pasará, si habrá algo detrás de ella, pero yo he decidido atravesarla.

Un regreso inesperado

He tardado mucho en contarte esto, pues no quería hacerme ilusiones. 

¡Hacerme ilusiones! A veces la vida es digerible si aceptas el hecho de que nada nuevo ni especialmente bueno está esperando.

Pero no nos engañemos, a pesar de todo, tú sabes que eso es una pose, que al final sigues esperando que te sorprendan, que ocurra algo que te salve, que te saque de esa rutina que te va anegando, que embota tu alma y tus sentidos.

La inglesita, ha vuelto.

Lo hizo de la única manera en que podía hacerlo: tomando ella la iniciativa y poniendo las bases para que nos veamos...

Supo que la borré de mi móvil, que intenté, sin éxito, borrarla de mi vida.  Supo que estaba dispuesto a seguir sin ella. 

Hemos quedado unas cuatro o cinco veces.  Somos amigos.  No sé.  No sé a dónde vamos ni si esto durará todo el invierno.  No sé si merece la pena, si quiero ser su amigo y seguir fingiendo que está bien, mientras me quedo embobado mirándola, deseándola, soñándola.

No sé si quiero seguir siendo lo que soy cuando estoy con ella

Sin embargo, me gusta tanto estar con ella... 

He aprendido a perder antes que a ganar.  He aprendido a renunciar antes de tener algo siquiera a que renunciar. 

Mi corazón disfruta de esos sencillos momentos, en los que, juntos, compartimos una mesa, un silencio, unas palabras en inglés.

Qué más da el nombre, los límites del universo, si hoy es martes o es jueves, si salgo de noches y estoy reventado, o si soy la persona más ingeniosa y locuaz del planeta.

Qué más da si solo tengo una soledad de siglos para quemar en la pila ardiente de sus ojos, cual exvoto.

Qué más da si no me quiere, si por momentos puedo soñar con que yo la quiero, con que ella me aprecia...

aunque sea así.  aunque sea de esta manera.

La inglesita ha vuelto

Y yo, no sé dónde estoy.

La Impotencia y el Caballero Andante

¿Cómo evitar lo Inevitable? ¿Cómo ayudar a quien no se deja...y sin saber? Puede que baste con intentarlo. Do the best, como dicen los ingleses.  Y lo intento.  A veces puede servir con cambiar un billete para un taxi. Si pudiera, quisiera que no te fueras en el.  Quisiera tener el poder de cambiar tu visión, de que recuperaras la verdad.  Y recien en ese momento comprendo que quién soy yo para dudar de tu verdad, aunque sea una verdad alterada.  Cambio tu billete y te pido que me llames para saber que estás bien.  Y sé que no es suficiente, jamás podría serlo, pero también sé que es más que todo, es todo cuanto sé.  Mientras te veo partir en mitad de la noche a tu reunión con las ideas que te atormentan, te deseo lo mejor, y ansío que venzas tus demonios, que yo venza a los míos, y que hasta entonces, los dos podamos seguir siendo dignos.

Causa y Efecto

No puedo evitar reconstruir los hechos buscando una causa que justifique cada posible efecto; una razón que a modo de matemática perfecta me permita sumar dos y dos sin que falte nada para que sean cuatro.  Es un juego humano, nos pasamos la vida buscándole sentido a nuestro pasado, a nuestro presente, pretendiendo que cada paso quede explicado por el anterior, que cada actitud, éxito o fracaso tenga una razón que lo justifique.

¿Y si no la tuviera? ¿y si el azar o el caos fueran como mínimo tan importantes como la lógica para explicar que estemos aquí y ahora en lugar de allí y luego?

Hay veces que pienso que el ser humano es realmente muy limitado, más de lo que nos gustaría creer.  Que nos vemos arrastrados por nuestro entorno, por nuestras circunstancias, que al final somos todos igualmente torpes cuando creemos que podemos interpretar lo que nos ocurre buscando una explicación.  ¿Y si la encontráramos, serviría para algo? Siempre he pensado que si tienes que explicar el chiste es que no era un buen chiste.  ¿Los actos hablan por nosotros, o no? ¿Dicen todo lo que podríamos decir o sólo lo que no somos capaces de ocultar? ¿Hasta que punto somos dueños de nuestra vida, de nuestro destino, de nuestra forma de pensar?

Pienso estos días en el Holocausto judio, por ejemplo.  Pienso, que cualquiera podía haber sido una de las víctimas, sacrificadas como un número por el simple hecho de ser judía, gitana, homosexual… Pero últimamente pienso – y esto es aún más aterrador – que cualquiera podría haber sido también un guardia, un kapo del campo, obligado por una maquinaria superior a él a ser un ejecutor, obligado por las circunstancias, por la debilidad de su propia humanidad a creer y a pensar que hacía el bien librando a la humanidad de esas “razas inferiores”.  Obligado por el miedo a llevar razón, por lo que implicaría llevarle la contraria a sus jefes, a sus amigos, a su familia, a su propia supervivencia como ser físico y social…¿Somos simples piezas de ajedrez o realmente somos capaces de actuar y pensar por nuestra cuenta? 

Ya sé que dirás que hubo personas a lo largo de la historia que no se dejaron llevar por los demás y actuaron de manera diferente, única.  Siguiendo con el ejemplo nazi, podemos pensar en Schindler, ese industrial inmortalizado en la película de Spielberg y en los corazones de los descendientes de los judíos que salvó.  Pero, Shindler a pesar de ser un caso entre miles, fue también el producto de poderosas casualidades, tales como un contacto más cercano con determinadas víctimas, que le permitió sensibilizarse y sobre todo, la capacidad económica, física y moral de enfrentarse al engranaje aniquilador. 

Seguramente ninguno nos veremos nunca en situaciones tan extremas, pero sin llegar a esos terribles límites,. ¿hasta que punto podemos creer que somos dueños de nuestra vida, de nuestro destino, incluso de lo que pensamos?

El Bar Perfecto

El Bar Perfecto

El bar perfecto es aquel en el que no te sientes solo, ni excesivamente rodeado, en el que suena la música que necesitas escuchar cuando la necesitas, esa recopilación entre viejos éxitos de tu vida y nuevos pensamientos.  Es aquel en el que el barman no te es ajeno, pero tampoco demasiado familiar.  Es ese lugar lugar donde puedes estar sin ser visto…salvo que quieras que te vean.

En el bar perfecto, aunque haya mucha clientela, siempre está libre tu sitio, como si todos supieran sin decirlo que es el tuyo.  

Es ese lugar, tipos como yo buscan pasar esas noches de angustia, o melancolía, esas noches que en ocasiones se alargan durante horas, dias o a lo peor por meses, años.

No he tenido suerte y no he encontrado aún mi bar perfecto, aunque seguiré buscándolo.  En cuanto al otro proyecto – encontrar alguien con quien no ir jamás al bar perfecto – de momento, siento decir, que lo veo mucho más difícil.

 

 

Cosas que no sé muy bien como explicarte

Que sólo cuenta el presente, pero el pasado está ahí, detrás, vigilándonos

Que lo que menos me gusta de ti, es lo que en realidad más me une a ti

Que si hace falta una razón es que falla lo más importante: la voluntad

Que necesito (aunque no lo pida) una mano en que confiar

Que ni siquiera sé si puedes confiar en mi mano, aunque quiero creer que sí.

Que a lo mejor querer que se pueda es más importante que creerlo

Que no me vale que me digas que me quieres. Que quiero que me abraces

Que quiero ser vulnerable, quiero que me quieras siéndolo

Que mi vida son todas estas cosas que no sé muy bien como explicarte

Caminante

Extracto de Proverbios y cantares (XXIX)

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar

Como contestación que yo mismo me doy al post anterior... Gracias Machado, para esto sirve la poesía: para saber que no estamos solos.  Gracias tambien a Grice y Leech por recordármelo.

Curriculum

Hola.  Demasiado tiempo sin pasarme por aquí.  ¿Qué es demasiado? Según las leyes de la física, ha podido pasar un segundo desde la última vez que estuve sentado aquí escribiendo unas líneas, para ese lector imaginario que sueño a veces que me lee y me comprende un poquito.  Pero solo un poquito, porque yo amo las cosas que solo entiendo un poquito, que en gran medida permanecen indescifrables para mí. Me gusta oir no solo de palabras o de razones, sino también escuchar el sonido de las palabras, su carga emocional, como una melodía que nos va sumergiendo sin que nos demos cuenta...Sin buscar explicación, sólo sentir... Pero basta de divagaciones.

Hoy he pagado la matrícula de tercero, con lo cual, de alguna manera empieza un nuevo curso, aunque aun faltará un mes para que lo veamos, con sus nuevas asignaturas virtuales (y alguna fantasma), con su reparto de buenos y malos profesores y esas prácticas que a veces parecen los doce trabajos de Hércules.  Pero no tengo ganas de hablar de estudios ahora.

Mi currículum académico está muy bien.  Pero a nivel personal y social es otra historia.  Yo sé que he invertido en el último curso mucho tiempo en prepararme asignaturas, tiempo que, como además tengo la suerte (porque es una grandísima suerte hoy día) de trabajar, implica sacrificar tiempo libre, tiempo de estar con amigos, tiempo de ocio, de conversaciones trascendentes e intrascendentes y tiempo en general.  Por sacrificar, he tenido en muchas ocasiones que sacrificar hasta ese tiempo que sirve para descansar entre una actividad y otra, el tiempo muerto, cuando no el tiempo de descanso, de sueño.

Ahora es verano, y parcialmente he recuperado parte de ese tiempo, sin embargo, ahora me cuesta disfrutarlo.  No encuentro con quien o que llenarlo.  Aquí es donde aparece ese gran vacío, esa gran carencia de la que este blog que escribí pensando en presumir de ella, no ha sido sino una excusa para hablar una y otra vez de dicho vacío. 

Resumiendo un poco ese otro curriculum que no es académico ni laboral:

 - Me aburren mis amigos, o mejor dicho, me aburro yo en compañía de ellos

 - Mi manera de entender la amistad no es "siempre que me llames quedaré contigo", sino "si me necesitas estaré ahí, solo tienes que pedírmelo" pero teniendo en cuenta que en la vida a veces se producen cambios de planes, de camino, traslados al extranjero o a otras ciudades.  Pero siempre he sentido que la amistad es como un trato firmado que no se rompe salvo que pase algo muy grave.  Que por circunstancias pueden pasar meses, incluso años, pero que sigo siendo amigo de mis amigos aunque no los vea tan a menudo. ¿Me equivocaba?

 - Me siento solo, pero tampoco hago nada para salir de esa soledad, en parte porque no se me ocurre que hacer, en parte porque siento que haga lo que haga, nada cambiará mientras no cambie yo, y algo en mi interior me dice que no estoy dispuesto a cambiar ¿Me equivoco? ¿Debería buscar esa persona o situación que me haga cambiar, o mejor debería ser yo el que ponga en marcha un proceso que contagie el mundo a mi alrededor?  Siempre he creído en esta última opción, pero en estos momentos agradecería enormemente que alguien me allanara un poco el camino ¿Cómo? sorprendiéndome, rompiéndome los esquemas, llevándome por terrenos que no conozco... de nuevo le estoy pidiendo a otra persona que haga lo que yo no hago...

 - Miro alrededor y siento rechazo por muchas cosas. Las relaciones entre otras personas me parecen en su mayoría patéticas.  Apego, miedo, celos, posesión, ganas de dominar... todo eso me da asco.  Me siento moralmente superior por no caer en esa trampa, siento una gran suficiencia que me hace sentirme diferente, más fuerte.  Hasta que llego sólo a mi cama y sólo me levanto y entiendo que aunque no quiero eso, quiero estar con alguien.  Como decían los Beatles en Help "necesito a alguien, pero no a cualquiera"

 - Estoy aburrido.  Mi vida me aburre, y sin embargo me gusta eso, me gusta esa tranquilidad, esa previsibilidad, aunque en cierta medida me está agotando... ¿Estoy dispuesto a cambiar este mundo rutinario y predecible por otro en el que quizás no voy a tener esa sensación de autonomía y seguridad que ahora tengo? Siento que me falta el impulso, o simplemente es que no quiero o no creo en mi mismo.  En cualquier caso, en un año o a lo sumo en dos, según me acerque al final de la carrera, tendré que tomar decisiones que hoy por hoy me aterran.

Este es a día de hoy mi verdadero curriculum.  No está mal, ¿verdad?

HELLO GOODBYE

Cuando conozco a alguien, o vivo una situación nueva en mi vida, sobre todo cuando intuyo lo que esa persona o parte del camino está llamado a ser en mi vida, empiezo por despedirme de ella.  El día del encuentro, que para muchos pasa de largo, es para mí doblemente especial, porque es a la vez un día triste y alegre..  Es el día en el que me preparo para decirle adiós aquello a lo que hoy con todo mi ser le digo hola.  Así me libero y me preparo para vivirlo intensamente, sin miedo, sin apegos…Así como al día sigue la noche, la alegría del encuentro está unida para mí al dolor de la despedida…Así debe ser, porque no hay alegría sin tristeza, ni día sin noche; las más bellas cosas de la vida muchas veces son agridulces,, la belleza está hecha de lo efímero, de la sensación de que por mucho que queramos evitarlo, esto también pasará.

Cuando vuelva de la guerra nos casaremos Lucy.  Vas a ver qué guapa vas a estar… Te traeré el ramo de flores más hermoso y serás la envidia de todas…Y tendremos un montón de enanos, correteando por los pasillos.

No, no llores…  No soporto ver esa cara triste.  Tienes que ser valiente.  Tienes que serlo por los dos.  Sin ti yo no tendría fuerzas.

Venga, alegra esa cara.  Todo esto pasará pronto, ya lo verás…

¿Ves? Ahora es de noche.  Acuéstate.  Cuando te levantes será un nuevo día, y estaré de vuelta.

Hablo de nosotros...

Tres poemas de Gabriel Celaya, que me han venido a la memoria tras escribir el post anterior.

HABLO DE NOSOTROS

HABLO de nosotros
(no sé si es un poema),
hablo de nosotros que no somos sencillos,
pero sí vulgares (como se comprende).
Hablo sin tristeza (y no porque esté alegre),
sin resentimiento (mi odio es de agua fria);
hablo de nosotros y alguien debe entenderme.

Hablo serenamente.
Necesito muy poco
(por ejemplo, mi tiempo);
necesito gastar dinero sin pensarlo,
besar dos o tres bocas (sin comprometerme).
Necesito lo justo (superfluo si calculo),
un delirio alegre (razonable en el fondo);
necesito lo poco que nadie quiere darme,
lo mucho que es un hombre.

Pero soy blando y tonto
(¿quién al fin no llora?);
soy de fango informe que dulcemente arrastra,
de tierra que a ti me une.
Soy de miseria pura (o de amor infinito),
soy de nada, del todo que al mirarte comprendo,
¡oh pequeño, pequeño, pegajoso, tan tierno,
tan igual a mi!

"Tranquilamente hablando"

PUEDE reírse el mundo
con sus mandíbulas, con sus huesos,
su esqueleto batiente de rabia seca y dura,
con sarcasmo y aristas,
puede reírse, enorme, sin verme tan siquiera.
Porque estoy solo, y, solo,
yo lloro, no lo entiendo.

Pese al odio, al cansancio, las lágrimas, los dientes,
pese a las durezas de sangre congelada,
yo que pude seguirlo,
reírme como el mundo,
no lo entiendo -es sencillo_
no entiendo su locura.

Si sube la marea,
si estoy en el balcón, y es de noche, y me crece
por dentro una ternura,
no lo entiendo, no entiendo
(debo ser algo tonto),
no entiendo esos ladridos y esa espuma del odio.

Serena noche, lenta
procesión de otros mundos,
vosotros que sabéis qué chiquito es mi pecho,
sabéis también que late,
que, triste, llama dentro
mi corazón sin nadie,
mi angustia sin destino
mi sola soledad en medio de la risa.

A VECES ME FIGURO QUE ESTOY ENAMORADO

A veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.

Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.
Me ha enamorado Aaela, me ha enamorado Marta,
y, alternativamente, Susanita y Carmen,
y, alternativamente, soy feliz y lloro.

No soy muy inteligente, como se comprende,
pero me complace saberme uno de tantos
y en ser vulgarcillo hallo cierto descanso.

Buenas noches

Sólos en la madrugada

Hoy, contrariamente a “mi libro de estilo personal”, no voy a gastar tiempo en corregir esto.  Que salga como tenga que salir.  Me apetecía escribir, y punto. Y bueno, a veces me atenaza el tema de tener algo interesante que contar.  Pero la vida en sí, es interesante, lo que ocurre es que metidos en la vorágine y en la rutina nos vamos embruteciendo (hablo por mí), y todo nos parece igual, una porquería, algo intrascendente.

Pero aquí me tienes (perdona que te tutee, pero si estás leyendo esto, que es poco menos que mi intimidad, que menos). Son las cuatro y veintitrés de la mañana, y yo, dándole a la tecla. 

Aparte de que no tengo sueño, (cosa bastante comprensible dados mis horarios nocturnos), es que todas las noches busco algo, un cuento, una promesa, una ilusión que me duerma o (en el peor de los casos), que me anestesie.

Porque sí, porque estoy sólo, y al mismo tiempo, encantado de estarlo.  Hay momentos en los que pienso que la soledad me va a cambiar, que ya me está cambiando… ¿Para bien o para mal? ¿Me estoy volviendo más frío y distante, o por el contrario estoy más receptivo y sociable que nunca?  Ay, amigos, esto depende del día y del estado de animo de quien subscribe.

Lo que sí me siento es más tranquilo, más sereno.  Hay paz a mi alrededor, un cierto control que nunca había experimentado de tal manera.  Hoy veo las cosas que otrora me hubieran desquiciado o deprimido y soy capaz de sonreír, de sentirlas de otra manera, de tomarme una copa con mi desaliento, en definitiva.

En los últimos meses, y sin que lo sepa nadie ¿y quién lo iba a saber? He tomado decisiones importantes, decisiones duras en cierta medida.  Para ser justos, no es que la decisión la haya tomado yo, es sólo que he adoptado una posición y me he mantenido firme en ella, a pesar de que lo que ocurriese no fuese lo que más me gustaría.

Me explico. Mi inglesita, mi incomparable dama esquiva (no sé para que me esfuerzo en ocultarla, ¿qué posibilidades de que lea esto, de que alguien sepa quién es ella? ¿una entre cien mil millones?), no me volvió a escribir, ni me ha llamado para quedar, ni un mensaje para ver como estoy.  ¿Esperaba otra cosa? Sí, esperaba más.  Mi “problema” es que espero mucho.  Pero no creo que demasiado.  Sólo lo que creo que es justo, lo que creo que es mío.  Soy un príncipe esperando por un reino, y puede que este príncipe muera soltero, sólo y mendigo, pero no va a morir con un simulacro o un sucedáneo de reino.  No gracias, sé lo que quiero.  Aunque no pueda conseguirlo, sé lo que quiero.  Y voy a por ello.  

Todo esto va de que yo podía (y hasta cierto punto me contuve las ganas) haberla llamado, haber quedado con ella, y seguro que hubiéramos quedado (sé que le caigo bien, que podríamos haber desarrollado una especie de amistad).  Vale.  Pero no lo quiero.  Así no me vale.  Yo ya la busqué, le di mi afecto, mi amistad sincera (y hubiera aceptado una amistad sincera, sin más), le enseñé quien era e intenté complacerla hasta donde pude.  Pero más no.  Hubiera seguido si ella hubiera respondido, aunque hubiera sido un poquito.  Yo sé hasta donde quiero, hasta donde merece la pena adentrarse en el mar.  Ella no me tendió ningún flotador, y yo no voy, ni hoy ni mañana ni nunca, a ahogarme por nadie.  No merece la pena. Sobre todo por alguien que no me quiere.  

Ay, si estuviera aquí Teo, me diría: “repite eso otra vez”:

ELLA NO ME QUIERE

Como dice Serrat, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

Bueno, la otra historia es un poco más fácil.  Pero sólo un poco.  Aquí la historia es un poquito al revés: alguien me quiere a mi, y yo, que sé que no la quiero, le digo que no.  Pero sigue insistiendo, ya ah.  Jeje. Quien sabe de océanos en soledad, sabe de noches en las que uno vendería su alma, lo poco que tiene, por un cuerpo que acariciar en la tibia soledad de la cama.  No es realista, no es bueno, pero es humano.  A veces hasta yo me siento sólo. Sí Teo, vale:

A VECES ME SIENTO SÓLO.

¿Contento? Pero no, como te dije antes, no va a ser así.  No me voy a conformar.  Sé el precio que quizá deba pagar por no conformarme.  Pero es un juego a todo o nada, y si es todo, fenomenal, y si es nada, la nada que tengo ahora me llena como nunca. (aunque haya noches jodidas, claro).

Como esta.

PD: no me hagas mucho caso, a ver si escribo más a menudo.

Demasiado tiempo sin saber de ti

A veces sucede:

Las relaciones (y esto lo tomo del gran Woody Allen, uno de mis "pensadores" de cabecera) son como los peces, sólo avanzan hacia adelante.  Hasta la relación más intrascendente necesita actualizarse de vez en cuando.  Si no, acaban convirtiéndose en un nombre en la memoria del movil y un puñado de recuerdos.

Dos personas hoy por hoy que hasta ayer no podían ser más importantes, están peligrosamente al filo de salirse de lo que yo considero el "nucleo duro" de mis relaciones. Yo no les quisiera ahí, pero no voy a mover un músculo porque no quiero que nadie esté conmigo sin desearlo.  Soy así de chulo, ya ves.

A veces sucede:

Empieza un nuevo curso y mi pequeña maison no para de averiarse. Es una suerte de Titanic que no termina de hundirse (a Dios gracias), pero que tampoco termina de flotar.

 - El primer día puse la lavadora y por poco se me inunda mi (pequeño) hogar. 

(De momento y tras varios rounds parece que voy entendiendo la complicada tecnología en la que se sustenta su funcionamiento).

 - He de dedicar un post al asunto del enchufe de la cocina y toda la jugosa sabiduría que yo he sacado al respecto

 - "Ciencia y tecnología de poner una alcayata"; mis paredes parecen un campo de tiro después de que cuarenta marines   borrachos hubieran practicado toda la noche

 - Estoy en la universidad y atesoro ciertos logros morales, intelectuales y sentimentales, pero amigos, no hay nada comparable con haber sido capaz de poner una cerradura nueva al buzón...y sólo he necesitado cuatro visitas a la ferretería, eh.

Mi ordenador parece haberse contagiado del aire disfuncional de la casa y le ha entrado un virus o "que-se-yo" de lo más feo.  De momento lo he mandado a la tienda de informática donde el encargado-chamán me ha dicho que hará lo que pueda.  Crucemos los dedos.

A todo esto, he de deciros que la universidad fantasma ha empezado a lo grande.  Un profesor quiere que aprendamos economía, sí, pero la carrera entera, para que menos (y refrescar unas "matemáticas básicas" que yo jamás he dado).  Otros han empezado con el famoso DiY (do it yourself) de que aprendamos programas de lo más especializado... Lo peor de todo es que para esta gente el concepto de "aprendizaje progresivo" parece no existir.

Este fin de semana de puente estuvo por Granada un compañero virtual al que ya conocía de verle en los exámenes en Madrid.  Estuvo en mi hotel y fue muy interesante hablar con él, porque conoce bastante el mundo de las redacciones, los becarios y los medios de comunicación, un mundo que hoy se me hace lejano, pero que va avanzando en mi vida, a pasos acelerados.

Mañana comienza las clases de teatro, mi dama esquiva (a partir de ahora, llamémosle "la inglesita") estará en ellas, lo cual es un aliciente, aunque no sé si sacaré algo en claro de todo esto.  Cada vez estoy más seguro de que no.  Hasta para ser sólo amigos hacen falta ganas.  Y hace demasiado tiempo que sigo sin saber de ti.

Ahora sí: Single Total

Hola queridos y numerosos lectores. Quizás os hayais preguntado por el título del presente post. ¿Cómo es posible que pueda haber tanta diferencia entre un post y el anterior? Se explica básicamente por dos razones:

a) Porque no escribo demasiado a menudo, sólo cuando encuentro el momento oportuno y las ganas (cosas que demasiado a menudo no coinciden)
b) Porque mi vida es cualquier cosa menos predecible. Hoy puedo defender las virtudes de la soltería (perdón: de la "singlelaridad") y ayer (o mañana) morder el polvo por una doncella esquiva. Ayer puedo defender que tengo la mejor familia disfuncional del mundo (mis compañeros de piso) y hoy ser feliz viviendo sólo. La verdad es que creo que vivir es esto, es estar en permanente desacuerdo con uno mismo.


Cómo cada vez más estoy convencido, todo lo humano tiene fecha de caducidad (sí, como los yogures). La palabra "siempre" y nosotros los hombres no somos sino antónimos. Así, que después de un año fantástico
(menos su última parte), mis compañeros de piso chocaron cuando sus sentimientos fueron más fuertes que las ganas de permanecer juntos. Hoy es fácil decir que era lo lógico, que se veía venir. Pero cuando estábamos allí los tres pensábamos que era posible, que éramos como los tres mosqueteros, que todos para uno, y uno para todos.

Finalmente, la cosa ha terminado peor de lo que temía podía terminar. Cada uno en un piso (casi es una balcanización de nuestra amistad) y mis dos compañeros que se quieren demasiado para perdonarse.

No os dejeis engañar por el tono irónico y despreocupado de este post. El que aquí os escribe sigue pensando (y soñando) que algunas cosas pueden durar siempre. Pero es un siempre llenos de "hoys" (oyes). Por mi parte los quiero mucho a ambos y voy a intentar que sigamos siendo amigos, aunque siendo sinceros, no me lo están poniendo fácil.

Me da pena que esto haya terminado, y que lo haya hecho así. Pero una vez asumida la realidad, sólo queda superarla e inventar una mejor, o por lo menos, diferente.

Así que cambiazo radical. Ahora vivo en un piso yo sólo. No es un loft, pero tiene el encanto de ser mío. Por primera vez siento que estoy viviendo sólo. Ya antes había pasado tiempo sin compañía, pero ahora es diferente. Ahora vivo sólo, porque yo lo he querido así y porque me siento preparado para ese paso.
Y la verdad es que es bastante fascinante. Os tengo que contar algún día las aventuras que me han llevado a encontrar mi pequeño pisito (pero pequeño) y las no menos aventuras y desventuras de transformarlo en mi hogar. Os tengo que contar también como empieza el segundo curso de mi flamante universidad fantasma y los progresos (lentos y exiguos) en mi cortejo de la esquiva doncella que en post anteriores os referí. Os tengo que contar muchas cosas, como digo.
Pero eso será en el próximo post.

No hay nada más terrible que lo que nunca te ha sucedido

Hoy lo pienso y siento:

que no hay nada más terrible que saberse culpable sin serlo,

que no hay peor desventura que no tener desventura,

que a veces somos culpables más por lo que no hacemos que por lo que hacemos,

que el miedo se va nutriendo de nuestra cobardía, de nuestra falta de fe, día a día y en el futuro,

que lo más terrible es lo que nunca te ha pasado.

Y así, porque la vida a veces es un asunto trágico y hasta cruel, no queda otra que abrir una botella de legendario, servirla con hielo y cola, encender un cigarrillo y escribir todas estas tonterías con la futil esperanza de no sentirse tan estúpido ni tan vacío.